sábado, 25 de marzo de 2017
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¡Chingado, hasta en eso llevaban razón los
indios! Vas a comparar vos lo que eran antes estas tierras cultivadas por ellos
racionalmente. No se necesita saber mucha aresmética, para sacar la cuenta. Con
los dedos se hace. El méiz debe sembrarse, como lo sembraban y siguen sembrando
los indios, para el cuscún de la familia y no por negocio. El méiz es mantenimiento,
da para irla pasando y más pasando. ¿Dónde ves, Hilario, un maicero rico?…
Parece tuerce, pero todos somos más pelados. En mi casa ha habido vez que no
hay ni para candelas. Ricos los dueños de cacaguatales, ganados, frutales,
colmenas grandes… Ricos de pueblo, pero ricos. Y en eso sí que más vale ser
cabeza de ratón, rico de pueblo. Y todo este cultivo tenían los indios, además
del méiz que es el pan diario; en pequeño, si vos querés, pero lo tenían, no
eran codiciosos como nosotros, sólo que a nosotros, Hilario, la codicia se nos
volvió necesidá… De necesidá, si no pasamos del maicito: ¡pobreza sembrada y
cosechada hasta el cansancio de la tierra!… Este Hilario me dejó con la biblia
en la boca, la mala crianza de dormirse; qué más da un muerto que un dormido, a
la vista es igual el bulto… El maicero deja la tierra porque la agarra a
siembras y resiembras, como matar culebra, al cabo se hace a la idea que no es
suya, porque es del patrón, y si le dan liberta para quemar bosques, Dios
guarde… Yo vide arder los montes de Ilóm, a comienzo de siglo. Es el progreso
que avanza con paso de vencedor y en forma de leño, explicaba el coronel Godoy,
con mucha gracia, frente al palerío de maderas preciosas convertidas en tizón,
humo y ceniza, porque era el progreso que reducía los árboles a leño: caobas, matilisguates,
chicozapotes, ceibas, pinos, eucaliptos, cedros, y porque con la autoridá de la
espada, llegaba al leño la justicia a leñazo limpio por todo y para todos…
Miguel Ángel
Asturias- Hombres de Maíz
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