Una característica central de la Agroecología (que la distingue de la agricultura convencional), es que su práctica se fundamenta en la interpretación de un conjunto de principios. Estos principios representan el verdadero corazón de esta ciencia.
Por su parte, la agricultura convencional fundamenta su práctica en la aplicación de un conjunto amplio de técnicas. Donde la aplicación de estas técnicas no responde a la interpretación de principio alguno. Esta es la razón por la que se suele decir (en animo de broma), que la diferencia entre la agricultura convencional y la Agroecología, es que la primera no tiene principios mientras que la segunda si.
Si bien, los principios de la Agroecología son centrales, no existe una lista única de ellos (ver Glissman 1998, Altieri y Nicholls 2000, Núñez 2005). Sin embargo, las diferentes pustulaciones de principios convergen en unos que son primordiales y comunes a todas, estos son:
a) Diversificar el agroecosistema.
b) Adaptarse a las condiciones locales.
c) Balancear el flujo de nutrientes y energía.
d) Conservar los recursos.
e) Incrementar las relaciones sinérgicas.
f) Manejar holísticamente el sistema.
En este post intentaremos señalar algunos de los fundamentos ecológicos de estos principios. Esto como una forma de ayudar a los agroecólogos en su correcta interpretación práctica. Los principios deben dejar de ser un adorno teórico y pasar a ser guía en la toma de cualquier decisión en el campo.
Para lograr nuestro objetivo, tenemos que empezar por recordar que un agroecosistema, es un ecosistema constantemente perturbado por la acción del ser humano. Estas perturbaciones se traducen en que:
1) El sistema se mantiene en los estados tempranos de la sucesión, con una biodiversidad reducida artificialmente (favoreciendo la entrada al sistema de especies con características invasoras, e.g., plagas).
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Figura 1. Sucesión ecológica. El recuadro rojo representa las fases de la sucesión en donde la agricultura típicamente mantiene al agroecosistema.
2) El ecosistema es cíclicamente llevado a un estado de diversidad mínima (máxima perturbación) al inicio de cada ciclo de cultivo durante las labores del suelo.
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Figura 2. Preparación del suelo. Las labores del suelo representan una gran perturbación, en ese momento es llevada prácticamente a cero la diversidad del agroecosistema.
3) Las especies que se encuentran en el agroecosistema son escogidas por el ser humano y no el producto del proceso de co-evolución. Por lo que estas especies pueden presentar características poco adaptadas a las condiciones locales.
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Figura 3. Diferencias entre la composición de especies en un agroecosistema y un ecosistema natural. Las especies presentes en el ecosistema natural se encuentran adaptadas a las condiciones locales, mientras que las especies en el agroecosistema no necesariamente están adaptadas a estas condiciones.
I. Diversificar el agroecosistema es una forma de atenuar el efecto (i.e., disminución de la diversidad) que tiene el mantener al sistema en etapas tempranas de la sucesión y llevarlo cíclicamente a un estado de máxima perturbación.
II. Adaptarse a las condiciones locales, no es más que una manera de aproximar la composición de fauna y flora del agroecosistema a las especies propias de la localidad. Esto se lleva a cabo utilizando variedades locales adaptadas.
III. Balancear el flujo de nutrientes-energía y conservar los recursos intenta disminuir los desbalances ocasionados por el aporte extra de energía y nutrientes hechos al sistema y la degradación de los recursos (e.g., suelo) debida a la fuga de nutrientes en forma de cosecha. Esto se logra, entre otras, utilizando como insumos de cada uno de los subsistemas (i.e., subsistema animal, subsistema vegetal, subsistema forestal, etc.) los subproductos generados en otros subsistemas (i.e., restos de cosecha, excretas animales, etc.). El efecto final de estas prácticas es disminuir las entradas y salidas artificiales del sistema.
IV. Incrementar las relaciones sinérgicas, apunta hacia aumentar las relaciones complejas entre los componentes de la agrobiodiversidad. Esto involucra abandonar el tradicional esquema lineal en las relaciones tróficas y favorecer la redundancia funciones y la ocurrencia de vías alternativas al flujo de nutrientes-energía. Para lograr este objetivo, es indispensable cumplir con el principio de diversificar el agroecosistema. Pero esta diversificación se debe diseñar de forma que se favorezcan complementariedades y sinergismos entre los componentes. Esto se traduce en el afloramiento de auto control de las poblaciones (e.g., de plagas). Lo que a su vez disminuye la necesidad de perturbar el sistema mediante controles externos de estas poblaciones.
V. Manejar holísticamente el sistema (el más profundamente ecológico de todos los principios), hace referencia a un entendimiento profundo del agroecosistema. Este entendimiento se fundamenta en reconocer que el agroecosistema es un ecosistema y no una fabrica de alimentos. Al igual que cualquier otro ecosistema, el agroecosistema no es más que un conjunto de elementos (bióticos y abióticos) que interactúan de diferentes maneras. El agroecosistema en un sistema complejo, en donde las perturbaciones que sufran algunos de sus componentes pueden tener efectos desproporcionados sobre otros componentes del sistema. De esta manera, el manejar por separado los diversos subcomponentes, impide tener una visión de las propiedades que emergen de su interacción. Por lo tanto, cualquier manejo que intente ser exitoso debe considerar el sistema como un todo (i.e., holísticamente).
Este post, no es más que una somera interpretación ecológica de los principios de la Agroecología. Interpretaciones mas profundas son posibles y es una tarea necesaria para los agroecólogos hacerlas.
Otro objetivo de este post, es resaltar la importancia que tiene la teoría y análisis ecológico dentro de la Agroecología. Los principios de la Agroecología son la brújula del agroecólogo, la correcta lectura de esta brújula depende de un previo análisis ecológico de las características particulares de cada agroecosistema. Por lo tanto, si un agroecólogo no es capaz de realizar correctamente un análisis de esta naturaleza, se ve incapacitado para aplicar correctamente los principios de la Agroecología a una situación particular; es decir, incapacitado para ejercer la Agroecología. Por lo tanto, es fundamental para el agroecólogo tener conocimientos amplios de ecología teórica y aplicada si desea tener una exitosa carrera.
Bibliografía
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