domingo, 20 de agosto de 2017


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Gonzalo Fernández de Oviedo – 1514

La isla de Cubagua, como tengo dicho, es pequeña, y puede bojar tres leguas, poco más o menos. Es llana y el terreno en sí es salitral, y por tanto esteral de todo genero de buenas hierbas. En esta isla de Cubagua, de quien aquí principalmente se trata, es donde en estas partes e Indias más se ejercita la pesquería de perlas. Nunca fue aquella isla de Cubagua poblada de indios por su esterilidad y falta de agua, y por eso venían a ella de otras islas y de la Tierra-Firme a pescar las perlas. A fama de lo cual después los cristianos desde esta isla Española y desde San Juan fueron a poblar allí algunos y a rescatar las perlas.

A la redonda de Cubagua y por delante de ella, a la parte del Levante es todo placeres, y en ellos se cría las perlas en las ostras o pescados así llamados que las producen. Las cuales son allí naturales y desovan y crían en gran cantidad, y por lo tanto se debe creer serán perpetuas, aunque es necesario que sean esperadas y las dejen llegar a perfección de poderse coger, para que sean más provechosas y mejores.

A sido esta granjería muy rica, en tanta manera que el quinto que se paga a Sus Majestades de las perlas y aljófar ha valido cada año quince mil ducados y más, no hablando en lo que se habrá hurtado por algunos: que su poca conciencia y mucha codicia los hace determinar a su peligro para haber llevado encubiertos muchos marcos de perlas y puédese creer que no de las peores, sino de las más escogidas y preciosas.

Los cristianos que en esta granjería entienden, tienen esclavos indios, grandes nadadores, y envíalos su señor con una canoa, y en cada canoa de estas van seis o siete o más o menos nadadores donde les parece o saben ya que es la cantidad de las perlas; y allí se paran en el agua, y échanse para abajo a nado los pescadores hasta que llegan al suelo, y queda en la barca o canoa uno que la tiene quieta todo lo que el puede, atendiendo que salgan los que han entrado debajo del agua. Y después de grande espacio ha estado el indio así debajo, sale fuera encima del agua y así entrando en la canoa, descansa un poco y come algún bocado, si quiere. Y torna al agua, y torna a salir con más ostras que ha tornado a hallar, y hace lo primero se dijo, y de esta manera todos los otros indios.

Algunas veces que el mar anda más alto de lo que los pescadores y ministros de esta granjería querrían, y también porque naturalmente cuando un hombre está en mucha hondura  debajo del agua, los pies se levantan para arriba y con dificultad puede estar  en tierra debajo del agua largo espacio, en esto proveen los indios de esta manera. Echanse sobre los lomos dos piedras, una a un costado y otra al otro, asidas de una cuerda, de forma que de la una a la otra queda un palmo o lo que les parece de intervalo, y el indio queda en medio, y déjase ir para abajo; y como las piedras son pesadas, hácele estar en el suelo quedo, pero cuando le parece y quiere subirse, fácilmente puede desechar las piedras y salirse. 

Y tienen tanta habilidad algunos de los  indios que andan en este oficio en su nadar, que están debajo del agua un cuarto de hora de reloj y algunos más tiempo y menos. Y cuando viene la noche o les parece que es tiempo de descansar, recógense a la isla a sus casas, y entregan las ostras de todo su jornal al señor, cuyos son estos pescadores o a su mayordomo, y aquel háceles de dar de comer, y pone en cobro las ostras.

Otra cosa grande y muy notable me ocurre de esta isla, y es que preguntando yo algunas veces a los señores particulares de los indios que andan en esta pesquería si se acaban o se agotan estas perlas, pues que es pequeño el sitio o término donde se toman y  muchos los que las buscan, decíanme que se acababan en una parte y se pasaban los nadadores a pescar en otra al otro costado de la misma isla o viento contrario y que después que también allá se acababan, se tornaban al primer lugar o a alguna de aquellas partes, donde primero habían pescado y lo habían dejado agotado de perlas, y que lo hallaban tan lleno, como si nunca allí hubieran sacado cosa alguna.

Tiene la isla de Cubagua en la punta del Oeste una fuente o manadero de un licor, como aceite, junto al mar, en tanta manera abundante que corre aquel betún licor por encima del agua del mar haciendo señas más de dos y tres leguas de la isla. A que este licor de Cubagua hallan que es utilísimo y de España lo envía a pedir con mucha insistencia. Algunos de los que lo han visto dicen ser llamado por los naturales stercus demonis , y otros le llaman petrolio.



Crónica real de Gonzalo Fernández de Oviedo, tomada del libro: Historia real y fantástica del Nuevo Mundo. Horacio Jorge Becco. Biblioteca Ayacucho. 1999. Se ha modificado la ubicación de algunas oraciones.

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miércoles, 16 de agosto de 2017

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Look deep into nature, and then you will understand everything 

-Albert Einstein

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sábado, 12 de agosto de 2017


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Among thousands

of singing insects, one

singing out of tune

 

Takajo Mitsuhashi 

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jueves, 3 de agosto de 2017

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Oh, sal ya, hijo mío, sal, sal, sal entre mis piernas ... sal, hijo de la traición ... sal, hijo de puta, ... sal, hijo de la chingada ... adorado hijo mío, sal ya... cae sobre la tierra que ya no es mía ni de tu padre, sino tuya ... sal, hijo de las dos sangres enemigas ... sal, mi hijo, a recobrar tu tierra maldita, fundada sobre el crimen permanente y los sueños fugitivos ... ve si puedes recuperar tu tierra y tus sueños, hijo mío, blanco y moreno, ve si puedes lavar toda la sangre de las pirámides y de las espadas y de las cruces manchadas que son como los terribles y ávidos dedos de tu tierra ... sal a tu tierra, hijo de la madrugada, sal lleno de rencor y miedo, sal lleno de burla. y engaño y falsa sumisión ... sal, mi hijo, sal a odiar a tu padre y a insultar a tu madre ... habla quedo, hijo mío, como conviene a un esclavo; inclínate, sirve, padece y ármate de un secreto odio para el día de tu venganza; entonces, sal de la entraña de la miserable y opulenta tierra que heredaste, como ahora sales de mi vientre, y habla fuerte, pisa fuerte el suelo de plata y polvo, canta, cabalga, hijo mío, en los corceles de tu padre; quema las casas de tu padre como él quemó las de tus abuelos, clava a tu padre contra los muros de México como él clavó a su dios contra la cruz, mata a tu padre con sus propias armas; mata, mata, mata, hijo de puta, para que no te vuelvan a matar a ti; hay demasiados hombres blancos en el mundo, y todos quieren lo mismo; la sangre, el trabajo y el culo de los hombres oscurecidos por el sol; vendrá oleada tras oleada de hombres blancos a adueñarse de nuestra tierra; contra todos deberás luchar y tu lucha será triste porque pelearás contra una parte de tu propia sangre. Tu padre nunca te reconocerá, hijito prieto; nunca verá en ti a su vástago, sino a su esclavo; tu tendrás que hacerte reconocer en la orfandad, sin más apoyo que las manos de espina de tu chingada madre. Emborráchate, hijo de la tristeza, fornica, canta, baila, vístete con los colores de la tierra, huerfanito hijo de la tierra, para que la tierra resucite en el barro de tu cuerpo hambriento: haz de nuestra tierra una gran fiesta secreta, subterránea, invisible ... una fiesta: no tendrás otra comunión en tu soledad, ni otra riqueza en tu miseria, ni otra voz en tu silencio, que las de las grandes fiestas de la muerte y el sueño, de la insurrección y del amor; sueño, amor, insurrección y muerte serán todo lo mismo para ti: la fiesta delirante en la que te rebelarás para amar y amarás para soñar y soñarás para morir; embárrate bien de tierra el cuerpo, hijo mío, hasta que la tierra sea tu máscara y los señores no puedan distinguir, detrás de ella, ni tus sueños, ni tu amor, ni tu rebelión, ni tu muerte; cúbrete de polvo, mi hijo, para que aun muerto parezca que sigues vivo y te teman, pícaro, ratero, borracho, estuprador, rebelde armado de cohetes y navajas y aullidos y colores, amenazante hasta en tu sometimiento terco y mudo; sabrás esperar, esperar, esperar como nuestros ancestros esperaron la llegada del dios QuetzalcóatI, el dios que huyó espantado de su propio rostro para que tu propio rostro espantable, hijo mío, apareciese con los rasgos de la niebla y el jade, con la máscara del polvo y del llanto; algún día, hijo mío, tu espera será recompensada y el dios del bien y la felicidad reaparecerá detrás de una iglesia o de una pirámide en el espejismo de la vasta meseta mexicana; pero sólo reaparecerá si desde ahora te preparas para reencarnado tú, tú mismo, mi hijito de la chingada; tú deberás ser la serpiente emplumada, la tierra con alas, el ave de barro, el cabrón y encabronado hijo de México y España; tú eres mi única herencia, la herencia de Malintzin, la diosa, de Marina, la puta, de Malinche, la madre ...
 
Todos los gatos son pardos – Carlos Fuentes

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miércoles, 2 de agosto de 2017

“There is a fundamental error in separating the parts from the whole, the mistake of atomizing what should not be atomized. Unity and complementarity constitute reality.”
– Werner Heisenberg