domingo, 3 de febrero de 2008
Interacciones ecológicas
Diego Griffon B.
Lo único constante es el cambio
Heráclito de Efeso
(544 - 484 AC)
El epígrafe sugiere que irremediablemente todo cambia y al parecer las interacciones entre las especies no son la excepción. El esquema tradicional plantea que las interacciones tienen signo de acuerdo si favorecen (+) o desfavorecen (-) a una especie en particular, en el caso de interacciones neutras se utiliza el cero (0). De esta manera se obtienen diversas combinaciones de símbolos, que representan las diferentes interacciones posibles (e.g., -,- para la competencia; +,+ para el mutualismo; +,0 para el comensalismo).
El esquema tradicional asume de manera implícita que estas interacciones permanecen constantes en el tiempo (Bronstein, 1994). Sin embargo, la evidencia empírica (Barkai y McQuaid, 1988; Bronstein, 1994; Bao y Adicto, 1998; Schmitt y Holbrook, 2003) indica que la realidad puede ser otra. Esta evidencia muestra que dependiendo de diversos factores, el tipo de interacción entre dos especies puede variar.
El hecho de que una interacción cambie en el tiempo, es una demostración empírica del cambio en el signo en las relaciones. Por lo tanto, los coeficientes (αij) que se utilizan para representar estas interacciones no pueden ser constantes, como se asume en los modelos tipo Lotka-Volterra en su forma tradicional. Una alternativa es aplicar una función sobre αij de manera que su valor pueda variar dependiendo del valor de diversos parámetros o/y variables (Hernandez, 1998).
Estas variaciones en los valores de las interacciones es lo que Bronstein (1994) ha llamado interacciones condicionales; es decir, interacciones cuyo valor depende de diversas condiciones. Son precisamente estas condiciones, las que se deben incorporar en forma de parámetros y variables en las fusiones de αij. Por ejemplo, si se tienen evidencias de que el tipo de interacción depende de las densidades poblacionales de las especies involucradas, estas densidades deben ser variables en la función.
Corolario:
Las interacciones entre las especies no son constantes, varían. Una manera adecuada de modelar esta situación, es hacer que el valor del coeficiente de interacción α varié de acuerdo a una función. Esta función se puede construir ad hoc para que tome en cuenta las variables y parámetros considerados importantes en el comportamiento de las interacciones. Por lo tanto, el tipo de interacción que observamos en un momento dado entre dos especies, no es más que una fotografía en un continuo. El tipo de relación observada en un momento específico, es el resultado de los valores particulares de las variables y parámetros que afectan la interacción para ese instante de tiempo.
Bibliografía:
Bao, T & JF Addicott. 1998. Cheating in mutualism: defection of Yucca baccata against its yucca moths. Ecology Letters 1: 155-159.
Barkai, A & C McQuaid. 1988. Predator-prey role reversal in a marine benthic ecosystem. Science 242: 62-64.
Bronstein, JL. 1994. Conditional outcomes in mutualistic interactions. TREE 9: 214-217.
Hernandez, MJ. 1998. Dynamics of transitions between population interactions: a nonlinear a-function defined. Proc.Roy.Soc.Lond.B. 265: 1433-1440.
Schmitt, RJ & SJ Holbrook. 2003. Mutualism can mediate competition and promote coexistence. Ecology Letters 6: 898-902.
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The Diary of Tortov Roddle: The Melancholy Rain
Lo único constante es el cambio
Heráclito de Efeso
(544 - 484 AC)
El epígrafe sugiere que irremediablemente todo cambia y al parecer las interacciones entre las especies no son la excepción. El esquema tradicional plantea que las interacciones tienen signo de acuerdo si favorecen (+) o desfavorecen (-) a una especie en particular, en el caso de interacciones neutras se utiliza el cero (0). De esta manera se obtienen diversas combinaciones de símbolos, que representan las diferentes interacciones posibles (e.g., -,- para la competencia; +,+ para el mutualismo; +,0 para el comensalismo).
El esquema tradicional asume de manera implícita que estas interacciones permanecen constantes en el tiempo (Bronstein, 1994). Sin embargo, la evidencia empírica (Barkai y McQuaid, 1988; Bronstein, 1994; Bao y Adicto, 1998; Schmitt y Holbrook, 2003) indica que la realidad puede ser otra. Esta evidencia muestra que dependiendo de diversos factores, el tipo de interacción entre dos especies puede variar.
El hecho de que una interacción cambie en el tiempo, es una demostración empírica del cambio en el signo en las relaciones. Por lo tanto, los coeficientes (αij) que se utilizan para representar estas interacciones no pueden ser constantes, como se asume en los modelos tipo Lotka-Volterra en su forma tradicional. Una alternativa es aplicar una función sobre αij de manera que su valor pueda variar dependiendo del valor de diversos parámetros o/y variables (Hernandez, 1998).
Estas variaciones en los valores de las interacciones es lo que Bronstein (1994) ha llamado interacciones condicionales; es decir, interacciones cuyo valor depende de diversas condiciones. Son precisamente estas condiciones, las que se deben incorporar en forma de parámetros y variables en las fusiones de αij. Por ejemplo, si se tienen evidencias de que el tipo de interacción depende de las densidades poblacionales de las especies involucradas, estas densidades deben ser variables en la función.
Corolario:
Las interacciones entre las especies no son constantes, varían. Una manera adecuada de modelar esta situación, es hacer que el valor del coeficiente de interacción α varié de acuerdo a una función. Esta función se puede construir ad hoc para que tome en cuenta las variables y parámetros considerados importantes en el comportamiento de las interacciones. Por lo tanto, el tipo de interacción que observamos en un momento dado entre dos especies, no es más que una fotografía en un continuo. El tipo de relación observada en un momento específico, es el resultado de los valores particulares de las variables y parámetros que afectan la interacción para ese instante de tiempo.
Bibliografía:
Bao, T & JF Addicott. 1998. Cheating in mutualism: defection of Yucca baccata against its yucca moths. Ecology Letters 1: 155-159.
Barkai, A & C McQuaid. 1988. Predator-prey role reversal in a marine benthic ecosystem. Science 242: 62-64.
Bronstein, JL. 1994. Conditional outcomes in mutualistic interactions. TREE 9: 214-217.
Hernandez, MJ. 1998. Dynamics of transitions between population interactions: a nonlinear a-function defined. Proc.Roy.Soc.Lond.B. 265: 1433-1440.
Schmitt, RJ & SJ Holbrook. 2003. Mutualism can mediate competition and promote coexistence. Ecology Letters 6: 898-902.
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The Diary of Tortov Roddle: The Melancholy Rain
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