Diego Griffon
Durante el año 2008 fuimos testigos de muchos eventos que nos llevan a preguntarnos sobre la viabilidad de la permanencia de nuestra especie en este planeta. En muchos casos se trata de tendencias que vienen desarrollándose durante prolongados períodos de tiempo. Este sombrío panorama nos obliga a plantearnos modelos alternativos, que permitan implementar soluciones sustentables a esta problemática. En lo que a la agricultura respecta, la Agroecología se erige como la alternativa con mayores probabilidades de éxito.
Sinopsis del año 2008
En los actuales momentos cuando el año 2008 esta agonizando, es una buena ocasión para hacer un recuento sobre algunos de los eventos que este año trajo consigo. Para comenzar, podemos mencionar que en este año se incrementó el área sembrada con cultivos transgénicos, en una tendencia similar a la presentada en la Figura 1. Como ejemplos tenemos que en los Estados Unidos, la superficie sembrada con soya transgénica se incrementó en 7% y la del maíz se incrementó en un 17% (Gmo-compass, 2008), por su parte en la India se aumentó en 20% la superficie sembrada con algodón BT (USDA, 2008).
Figura 1. Área Sembrada con Cultivos Genéticamente Modificados (Tomado y modificado de: newsvine.com).
Es del conocimiento público, el alarmante peligro de extinción en el cual se encuentra muchas especies silvestres. En este año fueron muy frecuentes las noticias relacionadas a este tema. Para hacerse una idea de la gravedad de esta situación basta echar un vistazo a la Figura 2. Sin embargo, es muy raro escuchar que se informe sobre el peligro de extinción en el que se encuentran las especies domesticadas. Mas aún, un estudio (Schmidt y Wei, 2006) muestra que el público general no conoce sobre estos problemas. Sin embargo, el peligro de extinción de estas especies es en extremo grave.
Figura 2. Índice Planeta Vivo y Puntos Calientes de Biodiversidad. El Índice Planeta Vivo refleja el estado de los ecosistemas del Planeta. El término “Punto Caliente de Biodiversidad” identifica regiones biogeográficas terrestres importantes según el número de endemismos y el grado de amenaza sobre la biodiversidad (Tomado y modificado de: Informe Planeta Vivo 2008 y de Biodiversityhotspots.org).
La principal causa de extinción de la agrobiodiversidad es homogenización de las razas y variedades utilizadas a nivel mundial, lo cual es una consecuencia de la Revolución Verde. Un claro ejemplo de esta problemática lo encontramos con la raza vacuna Hosltein, esta raza se encuentra en el 90% de las granjas de los países industrializados y son pocos los países en el mundo en los cuales no está presente. Este hecho ha sentenciado a la extinción a innumerables razas criollas adaptadas a las condiciones locales de sus países de origen (Griffon, 2008a).
En este año se mantuvo la fatídica tendencia relativa a la extinción de variedades y razas criollas. La FAO ha advertido que los recursos genéticos del planeta para la alimentación y la agricultura continúan deteriorándose en todos los sectores (FAO, 2000). Por ejemplo, de acuerdo a un informe de la FAO, el 35% de las razas criollas se encuentra en peligro de extinción (ver Figura 3). Las estimaciones consideran que cada semana se pierden 2 variedades de animales domesticados (FAO, 2000).
Figura 3. Grado de Amenaza de Extinción de las Razas Locales de Animales de Granja (Tomado y modificado de: FAO, 2000).
La situación se hace aun más alarmante cuando se considera la situación de los cultivos. Durante milenios los seres humanos hemos contado con más de 10.000 especies de plantas diferentes para nuestra alimentación. Sin embargo, hoy en día poseemos apenas 150 especies en cultivo, de ellas sólo 12 especies cubren el 80 por ciento de todas nuestras necesidades de alimentos, y sólo cuatro de estas (arroz, trigo, maíz y papa) satisfacen más de la mitad de nuestras necesidades energéticas. ¿Qué ha sucedido con las otras 9.850? La respuesta es alarmante: si aún no se han extinguido, se hallan en peligro. La FAO estima que el 75% de las variedades cultivadas se extinguió durante el último siglo, esa enorme riqueza perdida representaba el producto de 10.000 años de civilización agrícola y es lamentablemente irrecuperable.
En gran medida los titulares de prensa en este año estuvieron relacionas con los efectos del cambio climático. Si bien no es comúnmente señalado, es un hecho que la agricultura industrial tiene una gran responsabilidad en el proceso del calentamiento global. Es importante recordar, que este tipo de agricultura contribuye hoy con más de 1/3 de las emisiones globales de gases de invernadero (Altieri, 2008). En particular, es responsable del 25% de las emisiones del dióxido de carbono del mundo, del 60% de las emisiones de gas metano y del 80% de óxido nitroso (Goldsmith, 2004).
También observamos en este año, como los países ricos del Norte, auspiciaron el uso de alimentos para la producción de combustibles. Solamente la Unión Europea, utilizó más de 16 millones de hectáreas de tierra agrícola para alimentar a sus automóviles (Amigos de la Tierra, 2008). Buena parte de esta superficie se encuentra en América Latina (ver Figura 4), donde la creciente demanda provoca la pérdida de bosques, emisiones de efecto invernadero, inseguridad alimentaria y conflictos en el medio rural (Amigos de la Tierra, 2008).
Figura 4. Incrementos en la Producción de Biocombustibles y Principales Países Productores (Tomado y modificado de: Earth Trends Environmental Information Portal).
El impulso a los biocombustibles, estuvo relacionado con la que tal vez fue una de las mayores preocupaciones que vivimos en este año, la vertiginosa subida de los precios de los alimentos (ver Figura 5). Esta crisis agrícola fue interpretada correctamente por Vía Campesina (2008), como una demostración de que la agricultura se encuentra en una encrucijada.
Figura 5. Incrementos en el Índice de Precios de los Alimentos del Fondo Monetario Internacional (Tomado y modificado de: Reserve Bank of Australia).
En lo que respecta al estado actual de la agricultura a nivel mundial, son particularmente contundentes las conclusiones a las que llega un estudio publicado este año por la IAASTD. Este trabajo, que fue llevado a cabo por 400 investigadores durante 4 años, utilizando datos de todo el planeta, señala que es imperativo cambiar el modelo agrícola dominante (Revolución Verde) por otro que permita desarrollar sistemas agrícolas sustentables (Agroecología).
En este año presenciamos la aparatosa caída del sistema financiero internacional, lo cual es una incuestionable evidencia del fracaso del sistema filosófico-político imperante. La reciente crisis en la economía mundial es una severa llamada de atención sobre las consecuencias de gastar más de lo que tenemos. Pero la posibilidad de una recesión económica palidece frente a la inminente crisis del crédito ecológico (Informe Planeta Vivo, 2008). El Informe Planeta Vivo 2008 nos advierte que estamos consumiendo los recursos que sustentan los servicios ecológicos demasiado rápido, a mayor velocidad que el tiempo que se requiere para renovarlos. Nuestra huella global excede en casi un 30% la capacidad del planeta de regenerarse (ver Figura 6) (Informe planeta vivo, 2008).
Figura 6. Huella Ecológica de la Humanidad. La huella ecológica es un indicador relacionado al área de territorio ecológicamente productivo necesario para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población (Tomado de: Informe Planeta Vivo 2008).
En los actuales momentos, más de tres cuartas partes de la población mundial vive en naciones que son deudores ecológicos, es decir países cuyo consumo nacional ha sobrepasado su biocapacidad. Por lo tanto, gran parte de la población del planeta basa sus estilos de vida y crecimiento económico, en la extracción del capital ecológico de otras partes del mundo (ver Figura 7).
Figura 7. Biocapacidad y Huella Ecológica de las Diferentes Regiones del Planeta (Tomado de: informe Planeta Vivo 2008).
Este oscuro escenario, nos obliga a replantearnos el mundo en que vivimos y a desarrollar propuestas alternativas a los modelos de desarrollo vigentes, estas alternativas se deben basar en la construcción de sistemas sustentables de vida.
La otra agricultura
Una de las alternativas más prometedoras a este sombrío panorama, es la transformación de los sistemas agrícolas convencionales en sistemas de base agroecológica (Griffon, 2008b). Es importante resaltar que una transformación de esta naturaleza, traería consigo consecuencias positivas en TODOS los problemas antes comentados.
Sin embargo, cada vez que esta alternativa es planteada, inmediatamente surgen voces en las academias de ciencias agrícolas que se apresuran en afirmar que solo el actual modelo agrícola es capaz de producir las cantidades de alimentos necesarios para alimentar a la población del planeta. La realidad detrás de estas afirmaciones, es que las mismas representan puntos de vista personales, que no están respaldados por datos de ninguna índole.
Recientemente Badgley y colaboradores (2007), realizaron una interesante investigación sobre la veracidad de esta afirmación. Estos autores en un sencillo artículo demuestran que la agricultura alternativa puede producir tanto o más alimentos como el modelo convencional. Dada la relevancia que tienen los resultados Badgley y colaboradores, nos tomaremos algún espacio para describir como estos fueron obtenidos.
En su investigación, Badgley y colaboradores compararon las cosechas obtenidas mediante técnicas de agricultura alternativa contra las obtenidas mediante agricultura convencional. Las comparaciones se basaron en datos publicados concernientes a la superficie cultivada en el mundo y a las cosechas obtenidas en diferentes rubros bajo los dos esquemas de producción. La base de datos utilizada consistió de 250 ejemplos. En el trabajo, primero se estiman las cosechas obtenidas para cada uno de los rubros evaluados bajo los esquemas de producción convencional y alternativo, luego se obtuvieron las razones entre los dos tipos de agricultura para cada rubro (i.e., agricultura alternativa/agricultura convencional) y finalmente se calcula la producción potencial bajo agricultura alternativa. Los resultados de este trabajo se pueden apreciar en la Tabla 1.
Tabla 1. Producción Mundial de Alimentos y Producción Posible Bajo Agricultura Alternativa (Tomado y modificado de: Badgley y colaboradores, 2008).
En esta tabla, lo primero que llama la atención, es que la razón entre la agricultura alternativa y la agricultura convencional es siempre muy cercana a 1, y para el caso de los huevos y azúcares es superior a 1. Esto significa que con la agricultura alternativa se pueden obtener prácticamente las mismas cosechas que con la agricultura convencional, y en el caso de los huevos y azúcares mayores producciones. Estos resultados enfáticamente rebaten el argumento esgrimido por la generalidad de los científicos agrícolas, sobre la imposibilidad de obtener rendimientos equivalentes a los obtenidos mediante la agricultura industrial utilizando técnicas de agricultura alternativa.
Badgley y colaboradores no se conformaron con estos resultados y se preguntaron sobre si era adecuado realizar los cálculos basados en considerar iguales las condiciones de producción en todo el mundo. Para tomar en cuenta el efecto de esta generalización, decidieron evaluar un nuevo modelo en el cual diferenciaron los sistemas de producción de los países ricos y pobres. Los resultados de tomar en cuenta una diferenciación entre países pobres y ricos se puede apreciar en la Tabla 2.
Tabla 2. Razones de Producción entre la Agricultura Alternativa y la Convencional para los Países Ricos y Pobres (Tomado y modificado de: Badgley y colaboradores, 2008).
Cuando se toman en cuentan las producciones en los países pobres y ricos, se hace evidente que la agricultura alternativa es particularmente apropiada para las condiciones de producción de los países pobres. En este caso, la razón agricultura alternativa/agricultura convencional es siempre considerablemente mayor que uno. De esta manera, si se calcula la producción mundial, diferenciando los aportes de los países ricos y pobres, se obtiene una producción total mayor a la producida mediante medios convencionales, como se puede apreciar en la Figura 8.
Figura 8. Producción Mundial Bajo: Agricultura Convencional (Actual), Agricultura Alternativa Considerando Todo el Planeta (Modelo 1) y Agricultura Alternativa Diferenciando Países Pobres y Ricos (Modelo 2) (Tomado y modificado de: Badgley y colaboradores, 2008).
De esta manera, se hace evidente que la agricultura alternativa no solo puede alimentar el mundo, sino que es capaz de producir mayores cosechas. Este incremento, permitiría disminuir al área bajo cultivo y seguir produciendo cosechas iguales a las actuales. Es importante mencionar que los resultados obtenidos por Badgley y colaboradores son similares a los obtenidos en otros trabajos, como por ejemplo en las investigaciones de Stanhill (1990) y de Posner y colaboradores (2008).
Una vez establecido que la agricultura alternativa es efectivamente capaz de alimentar al mundo, es importante atacar la segunda de las críticas mas comúnmente escuchadas en las academias de ciencias agrícolas con respecto a la agricultura alternativa. Se suele afirmar, que la agricultura alternativa nunca va a tener un impacto real sobre la producción mundial de alimentos, por que este tipo de agricultura es típicamente practicado en pequeñas unidades de producción, poco eficientes en comparación con los grandes predios agrícolas característicos de la agricultura convencional. Como veremos a continuación, esta afirmación encierra dos falsedades.
Primero, las investigaciones realizadas por el Prof. Philip H. Howard de la Universidad de Michigan, sobre los cambios en el sistema de producción “orgánico” en Estados Unidos, demuestran que hace mucho tiempo que paso la época en que la agricultura alternativa funcionaba a pequeña escala. Sin embargo, es importante señalar que esta tendencia dista mucho de ser algo bueno y es una fuerza que está distorsionando los objetivos iniciales del movimiento de agricultura alternativa (Griffon, 2008c).
Segundo, contrariamente a la idea imperante, las unidades de producción pequeñas son más productivas que las grandes. Esto es un hecho que ha sido demostrado en numerosos estudios. Víctor Toledo (2002) en una exhaustiva revisión bibliográfica, muestra que los predios agrícolas pequeños son más productivos en términos económicos y ecológicos que los medianos y grandes. Los beneficios ecológicos inherentes a la pequeña escala son confirmados por Belfrage y colaboradores (2002) en un trabajo de campo efectuado en Suecia. Por su parte, David Pimentel (1979) demostró cuantitativamente que los predios de menor escala son más eficientes en términos energéticos. Las ventajas sociales, ambientales y económicas de la pequeña escala, han sido reconocidas incluso por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, en un informe sobre las virtudes de la agricultura familiar (USDA, 1998).
El debate en torno a la escala de los predios agrícolas ha sido intenso y apasionado porque encierra una disyuntiva sobre la viabilidad del modo de vida campesino (Toledo, 2002). Esta discusión es de particular relevancia en los países pobres, en donde buena parte de la producción agrícola es realizada en pequeños predios, como se puede apreciar en la Tabla 3.
Tabla 3. Características de las Producciones Agrícolas de Pequeña Escala en Diversos Países (Tomado de: Toledo, 2002).
Pero, sin lugar a dudas, el tema central en el debate sobre la escala de los predios agrícolas, es el efecto que sobre la producción tiene el tamaño del predio. En este respecto, los resultados de autores como Frank Ellis (1988), Robert Netting (1993), H. P. Biswanger y colaboradores (1993) demuestran elocuentemente la superioridad del pequeño predio agrícola. Esta superioridad se hace evidente en las gráficas elaboradas por Peter Rosset (1999) sobre la relación entre el tamaño del predio y la productividad por hectárea en diversos países del mundo (Ver Figura 9).
Figura 9. Relación entre el Tamaño del Predio y
La explicación a esta relación inversa entre la escala del predio y productividad por hectárea es bastante simple. En una propiedad grande, no es posible realizar el manejo meticuloso y fino que caracteriza a los predios pequeños. Además, los predios grandes típicamente consisten en monocultivos, sumamente ineficientes en términos de producción de biomasa comerciable en comparación con los pequeños predios multidiversos.
Conclusión
Nos damos cuenta, que si bien en el año 2008 se mantuvieron las nefastas tendencias que ponen en riesgo el futuro del planeta, también es cierto que existen alternativas viables para estos problemas. En lo que a la agricultura respecta, una alternativa importante es la transformación de los sistemas agrícolas convencionales a sistemas de base agroecológica. Mediante esta transformación, es posible que se logre el establecimiento de sistemas agrícolas sustentables, que atenúen el efecto negativo que sobre nuestro planeta ha tenido la implementación de forma globalizada de las técnicas agrícolas de la Revolución Verde.
Diego Griffon B.
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